¡ El divorciado cobarde !

Hay hombres que temen las relaciones continuadas, que miden los tiempos, se celan de sus respuestas… ¡por ser cobardes! Esos hombres que llevan tatuajes en la frente de fracaso. ¿Sexo sí, seriedad no? ¡Cuidado! Cuidado con la dependencia materna que llevan de apellido casero, esos tipos de interés tramposo y falta de lealtad.

Esos que se llaman legales cuando solo por un susto los llevan a esconder su hombría en el manto de sus padres. Esos que hablan despellejando la vida de otros para esconder sus miedos, que se creen machos de mierda sin asumir ningún tipo de responsabilidad y menos su puta frustración de fracasados.

Esos que ni con edad se hacen maduros, que viven con la red de seguridad de su mamá. Vuelvo a decir y me repetiré, una mujer no es la mami del hijo de nadie. El que sirva para hablar y para llevarte a la cama hoy, que no sirva para que le cambies el pañal mañana.

Cuidado con este tipo de hombre divorciado, inmaduro, ocioso e inestable… te arruinan tu verdad, tu estabilidad porque solo venden egoísmo y penurias. ¡Cuida tu vida, mujer! Esa poca clase de hombre no tiene piedad en joder tu bienestar, no sabrá ser feliz jamás si tú no eres su mamá. Tú vales más que el puto pobre desesperado, divorciado.

Por Saho

Ella lo contó…

Ni siquiera tu olvido curará mi lealtad, no frenarás tu paz ni mi libertad. Manos de mundo ¡no tocarán jamás la piel del puro! No estarás en lista de espera para ser juzgado, ya que nadie te ha condenado. Ya podrás relajar tu vicio, tu morbosidad, tu excitación. Vive, vive rodeado de esos dos pagados placeres… pobre, pobre diablo. Rica diabla bella sin permiso… Tu ego de macho se perdió en una puta de azul haciendo de ti un sapo, ingenioso del engaño del teatro de actores en sombra y ¡en paro!

Hay la pena de la que te recoja para colorear… No sé qué colores usará en tu pobre retrato… Hijo del destino, padre del mendigo, marido ausente en pasado y ¡presente! ¿Quién te hizo maestro del futuro, tu siempre sucia ambición? ¿Tu ansia de comida podrida, congelada? ¿Tu reputación inventada? ¿O solo era tu espejo con quien tu ego hablaba?

Limpia tus labios, raspa tu carne, cura tu olor de vicioso sudor. Limpia tu maestría del mal… ¿Quién eres ahora grande, quién?… ¿La sombra del perdedor? ¡No te veo! Y tu Dama y gran Mujer… no lo sientas, ni escuches esa canción de letra triste. No derrames ni una sola lágrima pura por un ser repugnante… vomita su lamento. No infectes tu corazón con su traición. No desnudes tu realeza porque él mendigue tu atención. No aceptes su opinión y menos su rutinario falso y estudiado… Perdón.

Por S.R.

¡¡¡Agradecer!!!

¿Valoramos realmente el perdón y la lealtad? Pedir ayuda a alguien, sea quien sea, es algo de gran importancia. Muchos afirman que no necesitan a nadie y que lo saben todo. Algunos incluso se jactan de sus supuestos logros al ayudar a los demás. Pero, ¿es esto cierto en realidad?

¿Puede alguien vivir sin tener que pedir nunca ayuda? Y aquellos que brindan ayuda sin que nadie se lo pida, ¿saben en verdad decir una palabra tan simple como “gracias”? Dicen que si se perdona, jamás se olvida. Pero, ¿puede el beneficiado también olvidar la ayuda sin agradecer tal gesto?

En la actualidad, recurrimos a otras personas para llegar lejos, incluso recurriendo a estrategias astutas para que el beneficiado parezca el benefactor y viceversa. ¿Qué está sucediendo? También hemos eliminado de nuestro vocabulario el reconocimiento hacia aquellos que siempre están ahí para todos. ¿Quién les dará las gracias? ¡¡¡NADIE!!!

Por S.R.