¡¡Rupturas!!

Son tan agrias, y más cuando llevas años acunando la debilidad de otro. Sus infidelidades, pintando de rosa sus defectos, tapando su boca con cariño y su cuerpo con marcas de firmas caras, escuchando sus penas, paseando tu paciencia.

Cuando ves en su mirada el egoísmo de la maldad y te etiqueta como la mala, bañando tus ojos con lágrimas infundidas por su manipulación, para que de esa forma siga llenando su aliento de apariencias y culpándote de sus propias deficiencias. Déjalo.

Nadie merece ser retado por aquel que comparte una cama contigo durante años, quemando tu tiempo y tus sueños. Di ¡NO! Hay hombres que están para llenar cuentas, robándote momentos familiares de unión, solo para convertirse en un momento de atención. Di ¡Basta!

No dejes de ser tú nunca por tener a tu lado a alguien que no sabe ni quién es. Recuerda querido, que solo te crees marido o padre porque alimentas esa necesidad, pero en realidad, un buen marido no es aquel que te da un día de felicidad, es aquel que guía y lucha por una vida plena, llena de armonía y éxito familiar.

Ese que es agradecido por tenerte a tu lado y que valora lo que tú, mujer, le das de forma regalada: un hogar y un ¡saber amar! Más triste que romper es tener que aguantar y llorar.

Por S.R.

¿Realidades o apariencias?

Es de mi gran curiosidad poder entender algunas formas de pensar o de actuar de algunas de las personas a las que llamamos seres humanos. Vivimos en un núcleo de maldad, egoísmo y competencia, donde los más normales en sentimientos son los brujos y los déspotas los santos.

Cada día se hace más difícil entender tanta apariencia en una triste realidad. ¿Acaso aquel que se siente tan feliz, amado y realizado como ser humano necesita alegrarse o alimentarse del mal ajeno? ¿O es más respetuoso aquel que no mide medios ni daños para llegar a su fin?

Hoy por ayer me cambio, la verdad se vuelve mentira, la rabia una forma de vida, la venganza un menú del día, la locura una vivencia y las apariencias una disputa. ¿Y la realidad? Un sueño hoy por hoy difícil de encontrar…

Al final, tengo la sensación de que nadie se llega a conocer con este ritmo de tanta ira, donde los tacones sirven más para pisar que para lucir.

Por S.R.

¿Hablamos de… MADRES y madres?

A menudo me pregunto dónde y quién enseña tal faena y lo más curioso es ¿Quién lo valora? Alguien me dice que para saber lo que es ser madre hay que saber ser hijo, curioso comentario. En estos tiempos que corren veo a madres e hijas como hermanas, madres que salen con amigos de sus hijos, hijos con parejas de su madre y escucho palabras como “mi hija es mi mejor amiga” o “mi madre es mi mejor amiga”. ¿Podemos o se debe ser realmente amiga de los hijos?

En estos tiempos que corren veo a madres e hijas como hermanas, madres que salen con amigos de sus hijos, hijos con parejas de su madre y escucho palabras como “mi hija es mi mejor amiga” o “mi madre es mi mejor amiga”. ¿Podemos o se debe ser realmente amiga de los hijos?

¿Quién establece luego esa responsabilidad? A mi entender, la madre es un motor de la vida de un hijo, de esos a los que nada ni nadie puede reparar. Cuando ese motor falla, un hijo se pierde porque se queda sin luz. ¿Sabremos valorar y respetar esa titulación de madre? He leído de un gran escritor portugués una frase donde decía que una madre es para cien hijos, pero cien hijos no son para una madre.

Siento ir en contra de muchas de esas madres que viven una segunda juventud yendo de pandilla con sus hijos, al igual que me repugna la falta de respeto y el egoísmo de un hijo mimado y malcriado; el que sólo busca solución quitando sueño a la que parió, y aún ya mayor, da más trabajo que esas noches en vela por un resfriado o lo que sea.

Los hijos, una madre que padece es persona y es mujer. Infeliz del hijo que por su egoísmo se cree que puede juzgar o condenar a una mujer que os ha parido. Los hijos se crían en casa, no en bares; se crían con amor, no con excusas ni falta de tiempos; los hijos buscan ejemplos, no historias. Hoy en día van más por la vista que por la oída.

Tu hijo no busca la mami más chuli, busca apoyo, amor y realismo. Mamis, dejar espacios que para “guais” ya están los amigos o los colegas, hay tiempo para todo, pero jamás habrá tiempo para olvidar a esas grandes madres.

La mayor herencia que una madre le puede dejar a un hijo es dignidad, respeto y buenos recuerdos.

Por S.R.