Ni siquiera tu olvido curará mi lealtad, no frenarás tu paz ni mi libertad. Manos de mundo ¡no tocarán jamás la piel del puro! No estarás en lista de espera para ser juzgado, ya que nadie te ha condenado. Ya podrás relajar tu vicio, tu morbosidad, tu excitación. Vive, vive rodeado de esos dos pagados placeres… pobre, pobre diablo. Rica diabla bella sin permiso… Tu ego de macho se perdió en una puta de azul haciendo de ti un sapo, ingenioso del engaño del teatro de actores en sombra y ¡en paro!
Hay la pena de la que te recoja para colorear… No sé qué colores usará en tu pobre retrato… Hijo del destino, padre del mendigo, marido ausente en pasado y ¡presente! ¿Quién te hizo maestro del futuro, tu siempre sucia ambición? ¿Tu ansia de comida podrida, congelada? ¿Tu reputación inventada? ¿O solo era tu espejo con quien tu ego hablaba?
Limpia tus labios, raspa tu carne, cura tu olor de vicioso sudor. Limpia tu maestría del mal… ¿Quién eres ahora grande, quién?… ¿La sombra del perdedor? ¡No te veo! Y tu Dama y gran Mujer… no lo sientas, ni escuches esa canción de letra triste. No derrames ni una sola lágrima pura por un ser repugnante… vomita su lamento. No infectes tu corazón con su traición. No desnudes tu realeza porque él mendigue tu atención. No aceptes su opinión y menos su rutinario falso y estudiado… Perdón.
Por S.R.