Son tan agrias, y más cuando llevas años acunando la debilidad de otro. Sus infidelidades, pintando de rosa sus defectos, tapando su boca con cariño y su cuerpo con marcas de firmas caras, escuchando sus penas, paseando tu paciencia.
Cuando ves en su mirada el egoísmo de la maldad y te etiqueta como la mala, bañando tus ojos con lágrimas infundidas por su manipulación, para que de esa forma siga llenando su aliento de apariencias y culpándote de sus propias deficiencias. Déjalo.
Nadie merece ser retado por aquel que comparte una cama contigo durante años, quemando tu tiempo y tus sueños. Di ¡NO! Hay hombres que están para llenar cuentas, robándote momentos familiares de unión, solo para convertirse en un momento de atención. Di ¡Basta!
No dejes de ser tú nunca por tener a tu lado a alguien que no sabe ni quién es. Recuerda querido, que solo te crees marido o padre porque alimentas esa necesidad, pero en realidad, un buen marido no es aquel que te da un día de felicidad, es aquel que guía y lucha por una vida plena, llena de armonía y éxito familiar.
Ese que es agradecido por tenerte a tu lado y que valora lo que tú, mujer, le das de forma regalada: un hogar y un ¡saber amar! Más triste que romper es tener que aguantar y llorar.
Por S.R.