Mi padre parecía mandar en casa, una veces más acertado, otras menos a mi entender pero lo que decía iba a misa y ya está, ya tendría tiempo en saber si estaba en lo cierto o no. Había un mundo entre nosotros y siempre pensé que yo me entendería mejor con mis hijos.
Cuando me quise dar cuenta mi zona de confort dejó de serlo, mientras me preguntaba si podía pegar los pedazos de lo que creía mi familia, todo el mundo se puso de acuerdo para joderme la existencia, aprovechando mi debilidad para decirme lo que antes no se atrevían a decir, creyéndose entonces mejores que yo.
El juzgado tomó en cinco minutos decisiones que a mi me costaron una vida pendiente más de los formalismos que de mi interés. Acorralado sin recursos, mendigué favores y contuve las ganas de romperle la cara a más de cuatro mal nacidos que no merecían ni que pensara en ellos.
Aconsejo retirarse a algún sitio a pensar, si te quedas sin rincones buscas un espacio libre que es gratis, podrás contemplar la belleza de un atardecer jodido contigo mismo para sentir libertad, que te parezcan más pequeños los problemas y tocar fondo solo, a partir de ahí queda renacer con ilusión y quererte por levantarte .
No esperes que nadie te pregunte como estás. No hay asociaciones ni ayudas para un Padre, remonta con esperanza y mantén la cabeza ocupada para contener tu ira y no terminar como el del escrito anterior. Todo tiene un principio y un final que no es el tuyo, si cuando remontas molestas vas abriendo los ojos y desprendiéndote de los interesados que nada aportan a tu vida.
Por Salva